Por:
Salva Díaz
y Naxalli Lozano
Estamos
entrando al quinto año de esta crisis económica y no parece haber
una solución efectiva
para combatir el desempleo. Sin embargo, los Estados Miembros están
más preocupados por la deuda pública, en este contexto, ¿es
posible posponer el plazo de pago de la deuda pública interna?
¿Cuál es su opinión personal sobre que, a pesar del paquete de
reformas llevado a cabo por el gobierno español, la tasa de
desempleo siga tan alta?
El
desempleo es el mayor problema al que nos enfrentamos en la
actualidad. Quiero
que mi Presidencia en la Comisión sea juzgada sobre la base de lo
que pueda aportar para la creación de empleo. Debemos luchar contra
el desempleo en todos los frentes.
Como
prioridad, el desempleo juvenil
porque está el riesgo de crear una generación perdida, crecimiento
débil y detrimento en la competitividad en Europa. Debemos
fortalecer la relación entre centros educativos y empleadores- lo
cuál es uno de los objetivos perseguidos por el paquete de la
Garantía Juvenil, aprobado recientemente por el Parlamento Europeo.
El propósito de este instrumento es combatir el desempleo juvenil y
que toda la gente joven reciba una oferta afín y concreta (sea ya de
trabajo, prácticas profesionales o educación continua) durante los
meses siguientes de finalizada la ecuación formal o de estar
desempleado. Sé que está medida no es aún la solución, pero
indica claramente la dirección correcta para abordar el problema, y
los Estados Miembros deberían implementarla lo antes posible.
En
segundo lugar, el paro de larga duración.
Debemos reestablecer la confianza por nuestras pequeñas y medianas
empresas. Debemos facilitar nuevamente el acceso al crédito para
desbloquear la contratación. Debemos incrementar la inversión real
en la gente.
En
tercer lugar, debemos el combatir el desempleo causado directamente
por la crisis de los últimos años, uno
de nuestros principales objetivos será desarrollar una nueva
relación entre el sector público y privado. Es urgente invertir en
formación y recalificación más que simplemente otorgar apoyos
económicos- lo cuál es claro, una medida necesaria pero ya
insuficiente.
Como
la lucha contra el desempleo es una de nuestras prioridades, y la
mejor manera de combatirlo a través de la inversión a mediano y
largo plazo, con ello podemos decir que las políticas de recortes
han fallado. La austeridad ha probado su fracaso e inadecuación y no
puede ser utilizado más como un mantra en Europa.
¿Sería
beneficioso para los Estados Miembros otorgar al Banco Central
Europeo (BCE) más competencias y poderes para permitirle actuar
como un “banco real” al estilo de la Reserva Federal de Estados
Unidos o el Banco Central de Reino Unido? Al parecer las
preocupaciones del BCE en términos de inflación e hiperinflación
son un obstáculo para su eficacia.
Estoy
convencido en que debemos diseñar un
sistema bancario Europeo más robusto y coherente. Sin embargo,
aunque podría resultar beneficioso estar atentos a las buenas
prácticas de otros bancos de influencia, el BCE debe elegir un
camino con plena autonomía. Salvaguardar la independencia del BCE es
la mejor respuesta tanto para los que consideran que la institución
no está desarrollando su tarea y para los que la critican por ir más
allá de sus poderes.
Debemos
reconocer que el Plan de Compra de Deuda Soberana ha
jugado un papel central reestableciendo la estabilidad en el mercado
de emisión de bonos de los Estados Miembros y que el BCE ha sido uno
de los principales actores para luchar contra la crisis. Sin embargo,
a pesar de que nuestro banco central sea una institución europea
confiable y su trabajo sólido, comparto la preocupación por el
riesgo de una deflación y pienso que sería absolutamente legitimo
para el BCE, conforme a su mandato, mantener la inflación por debajo
del 2%.
El
Gobierno español aprobó un paquete de reformas (o contrarreformas)
que ponen en peligro nuestro Estado de Bienestar. Muchos ciudadanos
están en riesgo: la ley del Aborto, el copago sanitario, los
programas de becas Erasmus y la retirada de la tarjeta sanitaria a
los españoles que se encuentren en el extranjero por más de tres
meses. Como socialdemócrata cual es su opinión personal al
respecto.
Es
importante que no incluyamos todos los aspectos en una misma cesta,
pero están en lo cierto identificando las tendencias más
preocupantes sobre asuntos sociales y éticos en España.
Por
ejemplo, cuál era el objetivo en cambiar una coherente ley sobre el
aborto que protegía
a las mujeres y su derecho a decidir sobre su futuro.
También
me preocupa la erosión de derechos sociales y laborales en España.
Se
ha decidido que nuestro camino hacia la competitividad sea
disminuyendo los salaries y protección a los y las trabajadoras. Lo
que en realidad necesitamos es invertir más en los trabajadores para
mejorar la productividad. Los gobiernos hablan a menudo de
“flexi-seguridad” como una manera de salir de la crisis. En los
últimos años, sólo hemos visto más flexibilidad demandada de los
trabajadores, pero no un aumento en la seguridad.
Europa
ha
jugado una parte en esto. Fue una receta apoyada por Bruselas. Esto
cambiará en mayo, si soy elegido Presidente de la Comisión Europea.
Estamos
experimentando un importante avance de la extrema derecha Europea,
¿podemos
esperar un empoderamiento de nuestra izquierda socialdemócrata,
principalmente a nivel parlamentario, para luchar contra el
desmantelamiento de nuestro Estado de Bienestar y reiterar nuestras
políticas sociales?
No
debemos esperar solamente un Nuevo empoderamiento de la izquierda
socialdemócrata; debemos luchar por este empoderamiento.
Debemos
tener los pies en la tierra y centrarnos en el sentido común
de la gente. Es importante reconocer los errores que hemos cometido
los partidos de izquierda, recuperar nuestra relación con las
personas que se han declarado desilusionadas de la Unión Europea.
Los
movimientos
populistas son muy buenos en este sentido, parecen tener un talento
para percibir el sentimiento de la gente. Sin embargo, estos
movimientos son un verdadero fracaso al momento de dar soluciones, y
además de promover el descontento social no son una alternativa
confiable para el proyecto europeo. Además, debemos ser cautelosos
con la estrategia de estos movimientos extremistas que continua
siendo xenófoba y racista. Estos movimientos usualmente promueven el
odio dentro y fuera de Europa, pero no todos son iguales, en realidad
tienen menos similitudes de las que aparentan. Lega Nord, Front
Nationale, PVV, por nombrar solo a algunos son igualmente tóxicos,
pero se diferencian unos de otros. Aún si quisieran unirse en un
proyecto común ante la opinión pública, no serían homogéneos.
Sus reivindicaciones son contradictorias y no tienen una visión
política común ni una línea política.
No
obstante, no solo debemos mostrar lo débil de sus argumentos, sino
convencer a la gente de la validez de nuestras propuestas.
Aquí
la pregunta es siempre la misma: ¿La
gente nos abandonó o somos nosotros los que abandonamos a nuestra
gente? Los socialistas y socialdemócratas debemos demostrar que no
“todos somos lo mismo” en Bruselas y que los progresistas podemos
aportar una nueva visión: Una Europa que piensa en sus ciudadanos
antes que en las instituciones financieras; y una Europa que quiere
que la gente regrese al empleo.
Por
lo tanto, pienso que la mejor manera de asegurar que nuestro próximo
Parlamento Europeo luche por políticas sociales es recobrando la
confianza de la gente en nosotros y en que otra Europa es posible. Si
los socialistas y socialdemócratas tenemos mayoría en el Parlamento
y un papel más fuerte en la Comisión Europea, entonces podemos
revertir la tendencia actual y trabajar por una nueva y social
Europa.
Hemos
hablado de la necesidad de transparencia y democracia en
las Instituciones Europeas. Un paso importante se ha dado con la
entrada en vigor del Tratado de Lisboa y la influencia que tendrá
en voto directo al Parlamento Europeo para la elección del
Presidente de la Comisión. Las familias políticas han presentado
candidatos y programas comunes, en este sentido, ¿nos estamos
dirigiendo hacia una nueva era en el proceso de integración?
¿Estamos avanzando hacia la configuración de unos “Estados
Unidos de Europa”? ¿Sería positivo para el proyecto Europeo
tener un Presidente electo para la Presidencia de la Unión Europea?
Las Elecciones Europeas de este año serán diferentes a las previas y creo que esto puede ser considerado como un gran logro para el proceso de integración europea. Por primera ocasión, tenemos un candidato único en cada familia política y tendremos una verdadera campaña electoral europea.
Aún
si una Unión más integrada no significará
necesariamente un proyecto para crear unos Estados Unidos de Europa,
si significa ciertamente una mayor europeización del debate
político. El Tratado de Lisboa nos pide más democracia y
participación, y por ello creo que vamos en la dirección correcta,
rompiendo las categorizaciones y explorando todas las posibilidades
que ofrece el Tratado. Presentarme como candidato para la Presidencia
de la Comisión Europea va en línea con las expectaciones del
Tratado de Lisboa y representa un gran paso hacia una Europa más
política.
Sin
embargo, a pesar del valor agregado de construir una estructura
institucional europea más
comprensible, tengo mis recelos sobre la elección de un único
Presidente de la Unión. La Unión Europea es un proyecto inclusivo y
creo que su liderazgo debe representar también el balance del
escenario europeo y respetar el pluralismo. Un proyecto democrático
y ambicioso debe escapar de la lógica del “vencedor se lleva
todo”.
Nuestra
Unión Europea ha sido construida sobre los pilares de diálogo,
cooperación y solidaridad entre naciones. Hemos alcanzado la
libertad de movimiento de personas como un derecho para los
europeos, a pesar de las recientes controversias con los ciudadanos
rumanos y búlgaros.
Pero la solidaridad y la cooperación son valores globales y no sólo
una cuestión de legislación europea. En este sentido, ¿cree que
deberían ser implementados derechos comunes europeos con respecto
al asilo? ¿Qué pasos debemos de dar para revitalizar nuestras
relaciones exteriores comunes, principalmente la Política Europea
de Vecindad y proyectos como la Unión por el Mediterráneo o la
Asociación Oriental?

Sobre
la cuestión del asilo, pienso que
debemos alcanzar una legislación más homogénea. Como declaré
recientemente, en una entrevista de radio a Cadena SER, estoy
firmemente convencido de que la cuestión de la inmigración debe ser
abordada a nivel europeo. Lampedusa, Ceuta, Melilla, son las primeras
fronteras de la UE, no sólo fronteras de una nación.
Por
esta razón, debemos incentivar una solidaridad efectiva entre
Estados Miembros, estableciendo una nueva legislación
que ofrezca opciones legales de entrada a Europa, junto con un
mecanismo de cuotas que prevenga situaciones dramáticas en los
países frontera. 10,000 personas en una pequeña isla como Lampedusa
son una invasión; repartidos entre el territorio europeo no son
tantos.
Recuperar
la perspectiva del papel de la UE como actor global, incluso con
referencia a nuestra dimensión
exterior y a la Política Europea de Vecindad, está cimentada en los
ideales fundacionales de la UE. La situación en Ucrania parece el
ejemplo perfecto para una metáfora que utilizo en mi libro. Dicen
que la UE parece un gigante visto desde fuera, pero que se va
haciendo cada vez más pequeño conforme te acercas. Los ucranianos
que se han sacrificado por lo que Europa representa pueden chocar
contra la realidad de una Europa muy burocrática que pierda por el
camino este ideal, también para revitalizar nuestras relaciones
exteriores comunes, Europa y los Estados Miembros deben recuperar la
esencia de los valores compartidos.
En
las elecciones de 2009 nos enfrentamos a un alto porcentaje de
abstencionismo, nuestro objetivo es incrementar la intención de
voto y movilizar a los abstencionistas, llegando directamente a los
ciudadanos y explicando la importancia de Europa. Sin embargo, la
grave crisis económica puede jugar en nuestra contra. En este
escenario, si nuestro partido no puede alcanzar una mayoría
parlamentaria y la necesidad de una coalición fuera inminente, ¿en
qué dirección deberíamos mirar los socialistas y
socialdemócratas?
Debemos
hacer todo esfuerzo para alcanzar una amplia mayoría en el
Parlamento en las próximas elecciones europeas. Estoy
convencido en que los socialistas y socialdemócratas seremos capaces
de acercarnos a la gente y convencerlos evitando que la crisis juegue
en nuestra contra. Y si, aunque los partidos de izquierda admitamos
nuestras culpas, los últimos años de profunda crisis han probado el
enorme fracaso de las políticas de austeridad propuestas por los
partidos de centro-derecha.
La
crisis
ha enfatizado los límites de una política solo atenta al rigor
presupuestario y no a los asuntos sociales. Aquí podemos encontrar
nuestro papel: Explicarle a los ciudadanos que otra Europa es
posible, e invitar al voto a las Elecciones Europeas buscando un
proyecto de una Europa de equidad. Ya no es solamente un simple “si
o no” a Europa.
Ahora
debemos decidir que tipo de Europa queremos para los próximos
5 años. Y debemos concienciar a los votantes de que podemos nosotros
podemos recuperar a la Europa centrada en los ciudadanos y no en los
bancos.
Sobre
el
debate actual sobre el euroescepticismo podemos preguntarnos, ¿De
dónde proviene este apoyo? Viene de la frustración sobre la
dirección que Europa está llevando y de la creencia de que no hay
otra alternativa más que el extremismo. No ignoraremos la
frustración que representa, nuestra tarea es solucionar las causas
de la frustración, no conformarnos.
Nuestro
objetivo, como progresistas, es demostrar que tenemos una visión
alternativa más fuerte.
Una visión que nos busca salidas de escape, sino soluciones. Lo que
debemos hacer es transmitir el descontento popular a la visión
europea que quiere cambiar Europa, acercar a los ciudadanos al voto y
no darnos por vencidos. Las Elecciones Europeas serán una prueba
fundamental para evitar el abstencionismo que tuvimos en las
elecciones previas, explicando a la gente que las Elecciones Europeas
no secundarias ni tienen menor peso que las elecciones nacionales,
sino que son el camino de decidir quien gobierna Europa.